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jueves, 19 de mayo de 2011

MAL VAMOS



Después de tres carreras de la temporada en la F1 los responsables del tinglado automovilístico han decidido cual va a ser la estrategia para lo que queda de temporada con el objetivo acabar con Sebastian Vettel. Sí han leído bien. Acabar con el rubio alemán que pilota a la perfección el coche de la bebida energética. Sin malas interpretaciones, acabar con la racha de victorias de este simpático y magnifico piloto. ¿Secreto? Retirarle la Taurina. Quitarle rendimiento a su monoplaza. Cortar las alas a su Red Bull.

Según hemos podido saber en los últimos días, la FIA parece que ha pasado una circular a los equipos indicando que se va a restringir el uso de los escapes sopladores. ¿Qué es esto de los escapes sopladores? Pues es el resultado de la imaginación, de la investigación, del talento, del acierto, del trabajo de las mentes privilegiadas que forman el equipo de ingenieros de RB, quienes han conseguido optimizar las prestaciones del coche y sacar a sus competidores más de un segundo por vuelta en casi todas las sesiones de clasificación disputadas este año. A los todopoderosos Mclaren y Ferrari. Los escapes sopladores mantienen el flujo de gases calientes durante la frenada evitando fugas en el difusor y permiten retener el bólido con mayor firmeza y ayudar al piloto a controlarlo. Y por tanto, aumentar su velocidad de paso por curva.

La FIA, de forma equivocada, cercena de raíz el espíritu de la competición y se decanta por asegurarse una audiencia multitudinaria frente a los millones de televisores encendidos cada GP a lo largo y ancho del planeta. O al menos, eso parece que van a intentar. La única forma de parar a Vettel sin que se note demasiado es recurrir a una discutida decisión técnica que ayude a reducir las diferencias entre los coches de las primeras filas de la parrilla de salida. Ya que, un ataque directo al piloto alemán sería difícil de defender ante la opinión pública. Ya que, no pueden luchar contra su forma agresiva de pilotar. Ya que, es imposible impedirle que trace las curvas atacando nada más entrar en ellas. La FIA ha decidido que la mejor forma de mantener a los seguidores pegados al televisor cada fin de semana, y así de paso mantener las inversiones en publicidad que soportan el negocio, es adulterar la competición.

Si a esto le unimos que se empieza a oír ruido de sables por parte de Ferrari: escudería que parece que está liderando un grupo de equipos que van a tratar de disputarle el control a la FIA y que están amenazando con formar un campeonato paralelo. Parece que el caldo de cultivo es rico en nutrientes para que se ejecuten este tipo de decisiones.

Por descontado que ni los aficionados ni cualquier persona que se atreva a emitir una opinión lógica y documentada puede estar de acuerdo con esta patraña que decapita el espíritu del deporte: la entrega del Ser humano por unos principios nobles de lucha, por ser cada día un poco mejor y disputar en igualdad de condiciones las pruebas para finalmente, si es posible, saborear las mieles del triunfo.

Demasiados casos en el deporte contemporáneo: el arbitraje del Corea-España del mundial de Japón-Corea y la reciente semifinal de la Champions Barsa - Real Madrid, entre otros. Mal vamos.

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