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viernes, 15 de abril de 2011

Las proporciones de la mezcla


Existe un material genético, que predispone para el triunfo. Ferrari dispone de ese ADN. Sin duda. La escudería italiana es el objeto de deseo de todo piloto que se precie. Podría considerarse que un piloto de F1 que no haya pasado por el asiento de un Ferrari tiene una casilla en blanco en su hoja de servicio. En la sala de trofeos de Maranello hay retratos de los pilotos más laureados, entre ellos el argentino Fangio, el alemán M. Schumacher y el francés Alain Prost. Por citar alguno de ellos. Los del Caballino Rampanteacumulan, nada más y nada menos que 15 títulos de pilotos y 16 de constructores, 215 victorias en otros tantos grandes premios , 205 poles y 224 vueltas rápidas. Un genotipo dominante.

En cuanto a la preparación, como el valor en el ejercito, se presupone. Si Alonso, Massa y los más de 300 escuderos que a sus espaldas suministran piezas de diversas aleaciones, fibra de carbono, circuitos electrónicos, no dispusieran de las condiciones ideales para estar en su puesto, ya habrían dejado su plaza a otro candidato.

Por mucho que le demos vueltas, para la historia sólo quedará el triunfador. El campeón. Y es lo que vale. Todo o nada. Resulta complicado imaginarse como es cada segundo en la vida de estos personajes. Es difícil pensar en, qué pasa por su cabeza cuando abren los ojos por la mañana y, más complicado aún, entender cómo son capaces de conciliar el sueño por la noche. Cada vez que sus neuronas entren en acción se están jugando el ser o no ser. Están apostando a alcanzar el Cielo o a caer en la desgracia. Ahí es donde toma protagonismo el Trabajo. El Esfuerzo. La Disciplina. El Método.

Finalmente, en un grado ni mucho menos testimonial, tenemos el acierto. Si, el acierto. No parece oportuno llamarle suerte. Más de medio siglo en el Olimpo de los dioses, paseado la bandera roja por todo el mundo, abriendo y cerrando telediarios, llenando páginas y páginas en los diarios, es cuestión de acierto más que de suerte.

Ya lo dijo W. Churchill: “Vivid arduamente, no temáis nada y os sonreirá el triunfo”.

En Fórmula 1 o en el entorno que queramos, cada ciudadano debería, primero prepararse para desarrollar con entusiasmo, con perseverancia la pasión por la que dedique su existencia y después, luchar sin descanso para conseguir sus objetivos. Así es en la alta competición y, así debería ser, en cualquier papel que la vida asigne a todos y cada uno de nosotros. No valen medias tintas. Cada ser lleva dentro un campeón y nuestra obligación es sacarle el máximo partido.

Capacitación, cualificación, sacrifico y acierto son los ingredientes del triunfo. A Ferrari sólo le queda mezclarlos en proporciones adecuadas para ver a su pilotos en lo más alto del cajón. 

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