Etiquetas

viernes, 8 de abril de 2011

El alquimista


Hay algunos asuntos que los aficionados a la Formula 1 no somos capaces de entender. Quizás, el más sangrante sea el hecho de ver como una empresa que se dedica a la producción y comercialización de refrescos, Red Bull (RB), le esté enseñando la matrícula ya dos temporadas consecutivas a toda una institución en el mundo del motor, como es Ferrari.

Todo proyecto de está índole es una combinación de liderazgo, capacitación técnica y músculo financiero –si no que se le pregunten a Carabante o a Adrián Campos-. Parece que Dietrich Matesschitz, patrón de RB, ha sabido combinar en proporciones adecuadas los ingredientes necesarios para descifrar la clave del éxito. El multimillonario austriaco ha sabido rodearse de verdaderos talentos que le han brindado el campeonato de constructores y de pilotos en la campaña 2010 y, por lo que se vio en Australia hace dos fines de semana, van a salir muy airosos en la presente temporada; son el rival a batir.

El equipo técnico, capitaneado por el británico Adrian Newey, es quizás la clave del éxito. Desde su fichaje para dirigir el equipo en 2006, el británico, no ha hecho más que mejorar los monoplazas y llevar la escudería a lo más alto del cajón. La primera decisión adoptada tuvo cierta controversia: cambió los propulsores Ferrari por los Renault V8 que montan el RB7 en actualidad. Una apuesta muy arriesgada que a la vista de los resultados ha sido todo un acierto.

Sin duda, es necesario focalizar sus dianas en el campo del diseño y en la creación de verdaderos proyectiles con ruedas. La búsqueda del equilibrio entre la velocidad y el  agarre excelente, en F1, es fundamental. Un coche de carreras debe tener la configuración necesaria para penetrar en el aire que le rodea,  que se resiste a su avance, de la misma forma que un bisturí penetra en los tejidos de un organismo. Con firmeza. Con fuerza. Pero si producir desgarraros. Dejando la mínima cicatriz. A su vez, el monoplaza debe agarrarse al suelo con una fuerza superior a la de su propio peso. Imprescindible para mantenerlo dentro del trazado y permitir al piloto dirigir su trayectoria.

Una vez que el motor suministra la potencia necesaria hay que dejar paso a la aerodinámica. Este es el campo en el que RB ha destacado sobre el resto de equipos. Las innovaciones introducidas en el doble difusor, la enorme tobera central de salida de aíre, los escapes pegados a la base del chasis, la suspensión pull-rod y el morro elevado   contribuyen a regular de forma ordenada los flujos de aíre que envuelven al bólido, asegurando una refrigeración adecuada, reduciendo la resistencia a la penetración en el aíre y evitando las turbulencias desmesuradas en la parte posterior.

Si a esto unimos el talento de dos pilotos, como son el germano, S. Vettel y el australiano M. Webber, el triunfo está en la mano.

Tal y como John F. Kennedy sentenció: “Un hombre inteligente es aquel que sabe ser tan inteligente como para contratar gente más inteligente que él”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario